MENSAJE DE LA DIRECTORA GENERAL DE CULTURA Y EDUCACIÓN A
LOS EQUIPOS DOCENTES DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES
Soy Flavia Terigi, “la de las trayectorias”. Muchos/as de ustedes me conocen de ese modo. Hace pocos días he sido designada Directora General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires. Desde este nuevo rol les escribo, para presentarme ante quienes no me conocen y para saludar este nuevo encuentro con quienes he compartido un curso, una conferencia, una marcha, un acto escolar, una lectura, un intercambio en redes.
Elegí aceptar el cargo porque tengo amplio acuerdo con la importancia que el gobierno de la Provincia le da a la educación y con la orientación general de su política educativa, en especial con la centralidad del Estado en el sostenimiento y la mejora de la educación. Vengo a sumar a un trabajo en proceso; me propongo contribuir a identificar por dónde tenemos que seguir para mejorar las condiciones en que se enseña y se aprende y para hacer del sistema escolar de la Provincia un lugar digno y justo para todes. Sin dejar de sostener lo que está en proceso, pondremos el acento en una escala de la política educativa muy cercana a las prácticas, en los momentos de las trayectorias en los que se producen obstáculos para poder avanzar, ligados a aprendizajes que no se consolidan y que interrumpen los itinerarios de formación. Esos momentos nos ponen frente a problemas de enseñanza muy precisos sobre los que tenemos
que trabajar.
La mirada externa a la escuela ve estos problemas como algo simple que se resuelve con golpes de timón y, cuando aparecen dificultades para concretar los cambios, las explica como resistencia corporativa. Yo lo veo de otro modo.
Creo que hay un problema en el corazón de la relación entre la práctica y el saber profesional docente. Todas las variaciones que introducimos en la escuela (el uso de las tecnologías, la ampliación de la jornada escolar, otras modalidades de agrupamiento de los y las estudiantes, un nuevo régimen académico, una experiencia de articulación con otras instituciones para la
formación, entre otros ejemplos posibles) son terrenos en los que el saber profesional docente se ve tensionado. Pero, aunque hay algo que no se sabe, se lo afronta: muchos/as docentes y equipos docentes pueden pensar la enseñanza en condiciones alteradas, producen eso que llamo invención del hacer. Tengo un enorme respeto por el trabajo docente y por el conocimiento profesional que lo sostiene, no como un saber acabado, sino como un saber en
construcción en el corazón de la experiencia.
Vivimos en un tiempo en que se pone en discusión a la escuela, de manera explícita por parte de quienes promueven que las infancias se escolaricen en casa (desde luego necesitamos educación en casa, pero la escuela es otra cosa), como de manera menos advertida por parte de las familias y de los grupos de crianza cuando no sostienen la asistencia cotidiana de niños, niñas y adolescentes a la escuela. ¿Hemos vivido alguna vez tiempos en los que la escuela no estuvo en discusión? Al menos yo no los recuerdo. Pero, puestos a dar esta discusión sobre la escuela, diría dos cosas. En primer lugar, que no deberíamos quedar replegados en posiciones defensivas de las condiciones escolares que sabemos que son problemáticas para el cumplimiento de derechos. En segundo lugar, que la escuela es indispensable para ciertos aprendizajes que se realizan con otros, como el desarrollo del lenguaje oral, el uso reflexivo de conceptos, la explicitación de procedimientos o el aprendizaje de recursos argumentativos; y lo es por la potencia de las situaciones que puede proponer para aprender con otros.
Queremos contribuir a discutir y a generar el futuro de la escuela. Con nuestras herramientas por momentos inadecuadas, los/as educadores/as estamos convocados/as a dar alguna clase de respuesta a los problemas de la enseñanza en el presente de la escuela y a construir su futuro, porque (es importante insistir) el futuro no son cartas que ya se jugaron, sino que depende
en parte de lo que hagamos hoy.
Ante las familias de la Provincia, ante las comunidades educativas, asumimos el compromiso de escucha, de pensar juntos las mejoras que necesita la escuela, de revisar las condiciones escolares que son o que se han vuelto problemáticas para el cumplimiento de derechos.
Me despido con reconocimiento y con el orgullo de este honor que la Provincia me ha deparado.
Dra. Flavia Terigi
Directora General de Cultura y Educación
de la Provincia de Buenos Aires